noviembre 07, 2007

El depredador interno



Esta lágrima no es capaz de contener el dolor de mis riñones.


Sé que tengo que partir,


esta noche moriré degollada,


sin embargo no perderé mis ovarios de diesiocho centímetros.





La distancia que me separa de ti se puede medir


con la huella dactilar de cualquiera de tus dedos.


Renuncio a la libertad de tu cuerpo:


depredador silencioso con el que me convierto


en mariposa volando en un aire ciego.





Este grito no es una maleta,


no cabe en él mi muerte


ni la fuga espesa de mis muslos aterrados.


Abrí tu puerta oscura,


descubrí mi cuerpo agonizante,


mi luna conectada a un respirador artificial.





Sé que tengo que partir,


esta noche moriré asfixiada,


sin embargo no perderé la llave


que nunca dejará de gotear la ley eterna


que rige sobre esta historia:


si bien puedo hacer que tu maldad retroceda,


no es posible eliminarte para siempre.


Volverás.





Imagen: Lylia Corneli


2 comentarios:

Noemí Mejorada dijo...

Esa última sentencia, si que da miedo... yo también tengo mi propio depredador interno, tiene el nombre del amor con las letras revueltas, y se me aparece en forma de escorpión por las noches... me da mucho mello...

jajajaja...

mejor voy a hacer que me de risa...

hay que reirnos guere... mejor...

:)

I love..... UUUU

Mandarina Concupiscente dijo...

jejeje

Hay días en los que esto no me parece tan trágico y en los que entiendo muy bien las reglas del juego, sin embargo siempre van implícitas las dos polaridades y en esto nunca se deja de girar.