enero 29, 2008

Residuos del Inconsciente


-¿Lo viste?
-¿A quién?, ¿qué cosa?
-Eso que pasó y que dejó un olor extraño… como a hierbas
-No, ni vi, ni olí nada
-Estoy segura de que lo vi… es más, huele, aún huele, es… hierbitas
-No sé de qué hablas
-¡Mira¡ detrás de la cortina, ¡ahí está¡
-¡No me asustes¡ No voy a voltear
-Claro, voltea, mira
-Está bien… Ah¡ ¿eso?, ¿eso que se ve detrás de la cortina?
-Sí, eso
-Ah, eso es… eso es… ¿cómo decirlo?... es...
-¿Qué es?
-Un residuo de mi inconsciente, se me salió ayer en mi terapia y no he sabido qué hacerle… no lo quise dejar en el consultorio y me dio pena decirle a la terapeuta. Creí que tú no lo notarías, además huele rico, creo que es un fantasma del bosque.
-¿Qué?, ¿se te salió un residuo del inconsciente en tu terapia y te lo trajiste a la casa sin pensar en las consecuencias?
-Es que ayer trabajé mi niña interior y es muy probable que se trate del residuo de alguna fantasía infantil o algo así, quizás sea un recuerdo relacionado con las vacaciones de verano o de algún sueño. La verdad es que lo quiero. ¿Se puede quedar?
-No lo sé… necesito verlo de cerca… quiero tocarlo…
-Tócalo es muy lindo, creo que es el residuo de un sueño muy bonito, te lo contaré: verás… yo iba volando dentro del vientre de una mantis religiosa, podía contemplar un hermoso mundo con todos sus colores a una intensidad por encima de lo normal, yo sabía que estaba dentro de ella, la mantis, y veía todo a través de su vientre transparente… hasta que…
-¿Hasta que qué?
-De pronto aparecía él, un duende malo, salía con una aguja enorme y comenzaba a perseguir a la mantis para perforarle el estómago…
-Y, ¿qué hacías?
-Le gritaba desde dentro, le suplicaba que no lo hiciera… pero lo hizo, le clavó la aguja en el vientre y yo caí, caí…
-¿Y la mantis?
-No lo sé, desaparecía
-¿Y qué tiene de bonito ese sueño?
-Que fue mi primera caída y… desde entonces encontré el lado placentero de esa sensación.
Imagen: Danapra

enero 21, 2008

Mi Cisne...



No sé qué tenga que hacer, ni sé que tenga que pasar, sin embargo, si es necesario, me compraré un cisne para perder la libertad de suicidarme...
Imagen: Eugenio Recuenco

enero 18, 2008

Se Busca Calor

boomp3.com

enero 16, 2008

La Mordedura Tajante



Lanzó las monedas, el Libro de las Mutaciones habló y la primera sentencia fue anunciada:

La mordedura tajante; el fuego con su adherencia y el trueno con un suscitativo movimiento. Su boca estaba abierta con una obstrucción entre los dientes, quería morder enérgicamente pero no podía unir sus labios.
Había un criminal de por medio, sus huellas eran latentes, él espiaba, él traicionaba, él bloqueaba, él sonreía mientras huía. El aviso estaba dado: “prevenir una lesión permanente”.

Nueve en el primer puesto

Perdió su primera oportunidad, ya era demasiado tarde para aplicar una pena suave, la trayectoria del mal no había sido detenida, los dedos de los pies seguían intactos, la transgresión no fue inmovilizada, el criminal pudo continuar.

Seis en el segundo puesto

Tuvo la opción de morder su carne blanda y desaparecerle la nariz, pero supo que el criminal era un personaje endurecido despertado por el cólera. No pudo ir demasiado lejos, sintió compasión y miedo.

Seis en el tercer puesto

Era el momento de morder ahora la vieja carne seca, sin embargo también era venenosa, despertaría odio, y no quiso enterrar los dientes, sentía que moriría, no tenía ni la energía ni la autoridad para castigarlo.

Nueve en el cuarto puesto

Mordeduras en carne seca, era necesaria la perseverancia, acudir por flechas de metal, recibir más datos, información del criminal que cada vez representaba una resistencia más difícil de superar. Él todavía no daba luz y decidió que su castigo tomaría un tiempo lógico.

Seis en el quinto puesto

Las oportunidades se agotaban, era justo el tiempo para la mordedura en carne magra seca, estaba perseveradamente enterada del peligro, el hecho no estaba siendo fácil, pero sí perfectamente claro. Y renunció al oro amarillo.

Nueve en el sexto puesto

Las referencias indican un criminal incorregible, solo le quedaba tomar el collar de madera, desaparecerle los oídos y condenarlo al aislamiento… pero aún necesita fuerza, las horas pasan y su corazón se aprieta, el criminal sigue suelto y cada día deja más huellas en el lugar de los hechos.
Imagen: Lylia Corneli

enero 10, 2008

Desde el exilio de sí mismo



Los refugiados se dividen en dos clases: aquellos con fotografías y aquellos sin fotografías, dijo un refugiado bosnio”


Dubravka Ugresic, “El museo de la Rendición incondicional”



Desde su exilio se ve a través de la ventana y sabe que está en la frontera, al sur de la cordura, esperando un tigre para pisarle la cola. Y aunque su boca, una vez más no se quiere desprender, dejará que sus venas vuelen como libélulas porque ya está cansada, le gana esa fuerza de gravedad enloquecida y no puede, ya no puede. En ese último intento se arriesgó porque su estómago aún no conocía la acidez suficiente como para descubrir la irreversibilidad del daño, sus bronquios todavía no detectaban la toxicidad de ese oxígeno y sus riñones, esos con los que creía tener mucho contacto, aún no punzaban como bisturís arrepentidos. Desde su exilio sabe que por ahora no pertenece a ningún lugar, sin embargo aún hay pedacitos, recuerdos y fotografías con las que podrá ir tejiendo una nueva prenda para su equilibrio mental.
Imagen: Ira Bordo

enero 07, 2008

La Súplica




“Había dos Isabeles, una que deambulaba por los patios y las habitaciones y la otra que vivía en una esfera lejana, fija en el espacio. Supersticiosa tocaba los objetos para comunicarse con el mundo aparente y cogía un libro o un salero como punto de apoyo para no caer en el vacío. Así establecía un fluído mágico entre la Isabel real y la Isabel irreal y se sentía consolada”

Elena Garro, “Los recuerdos del porvenir”





Sé que soy real, sólo te pido que no me dejes ir, no me desvíes la mirada, no permitas que mi cuerpo sumergido en un lago hemático sea el que cuente mi historia. No permitas que discursos incoherentes narren mi dolor y la inexistencia de un tenedor para anclarme en la tierra. No quiero estar ahí. No permitas que mis brazos se adhieran a esas frías paredes, ni que por mi garganta se deslice la fuga de este meteorito ansioso por llegar a algún lugar, te lo suplico hoy que perdí los mapas; hoy que el amarillento día se me embarra en la piel hasta transformarla en fractales.

Podría rezar, repetir oraciones innumerablemente hasta alterar por completo lo poco que me queda de conciencia. Podría aferrarme a una piedra, a las palabras con las que me enseñaron a invocar una dulce compañía. Podría hacer un último esfuerzo y correr, correr hasta el desmayo. Podría poner de mi parte insertándome los dedos en la clavícula, contribuir vomitando, gritando mi nombre, aferrándome a un árbol hasta convertirme en una fruta extraña. Pero, y te lo digo con el pánico de quien por primera vez se sabe oscuro y perecedero, éste es mi último recurso.

Déjame tocarte por favor, necesito medirte con respiraciones, saber que mi cuerpo tiene la solidificación suficiente para considerarlo real, ayúdame a enlazarme con mi carne, a sentir mis pies, a unificar las miles de partículas en las que he explotado, detenme, dame un poquito de dolor si es necesario, no me quiero perder, regálame una cicatriz que sea un puente severo, mudo y petrificado, haz una fortaleza que encierre gritos, palabras, mensajes inolvidables que fortalezcan mis sentidos ante cualquier amenaza y sobre todo, que sean tus ojos los que me miren antes de convertirme en piedra.




Imagen: Ira Bordo

enero 06, 2008

Stand In My Way



Could you stand in my way?