marzo 28, 2008

La Taxonomista de Mounstros




Tenía todo un cúmulo de mounstros, de diferentes tamaños, colores y formas, toda su casa estaba llena de ellos y es que desde que decidió asumir su condición emancipada comenzaron a salir ilimitadamente. Al principio estaba muy asustada pues ignoraba la existencia de tales seres en su mundo. Después comenzó a sentir una especie de familiaridad con ellos, pero con el paso del tiempo una imperante necesidad de orden la llevó a comenzar una fuerte actividad de clasificación, sobre todo para rescatar aquellos que realmente le pertenecían.

Clasificación No. 1: “los mountros adoptados”, aquellos que por alguna extraña razón le habían resultado agradables, útiles o necesarios pero que no eran del todo suyos y que había decidido llevarse a casa.

Clasificación No. 2: los mountros del tipo “dije burro y quisiste viaje”; aquellos que simplemente se le fueron pegando en el camino pero de los que ella no era del todo responsable ni consciente. Éstos sencillamente eran innecesarios pero estaban allí holgazaneando en su casita.

Clasificación No. 3: "los mountros ajenos y desgastantes"; éstos eran los más importantes porque su origen se debía a la existencia de otros personajes de su vida, por lo que requerían una sub clasificación de acuerdo a la persona de quien provenían, por lo que en la pancita de cada uno colocó una etiqueta que decía algo así: “mounstro de mamá” o “mounstro de Jorge” (su ex) o “mounstro mordelón especialmente peligroso de la abuela Nicolasa”, “mounstro gordo y vampiro tóxico de mi tía Chelito” o “mounstro inútil y pesado de mi papá”.

Y así poco a poco fue culminando esa extenuante y necesaria tarea para después llegar a una difícil decisión: cuáles mountros se quedarían y cuáles era necesario correr de la casa. No sería cruel con los que expulsaría de su mundo, pues sabía que en algún momento de su historia fueron útiles o le ayudaron a sobrevivir en su entorno, sin embargo sí sería determinante con su decisión y, de acuerdo a la etiqueta colocada fue seleccionando mounstritos, unos como fieles compañeros y otros para despedirlos con un dulce beso en la frente.

Y fue así como los que se quedaron pudieron disfrutar de un espacio más libre para correr por toda la casa, y ella de vez en cuando los detenía para observarlos y acariciarlos con detenimiento evocando con el tacto el momento en el que los eligió como compañeros.
Imagen: Henrik Halvarsson

3 comentarios:

Pau Llanes dijo...

me volví monstruo de leerte, cielo... ¿Mountro, mounstro)... Pero si es monstruo... ¿O me quieres volver un mosntruo?... joer... se me pegó.... ya no me sale escribir MONSTRUO... Ay, bienvenida... ¿buenas vacaciones?... besos... pau

LINO FONTANA dijo...

Qué bueno que exorcizaste tus monstruos y aprendiste a vivir con los que no querías separarte.

Por que a veces entre tanto monstruo, uno se empieza a sentir tal jaja.

Saluditos, y que hayas tenido buenas vacaciones!!!

Samantha dijo...

Pau: Jejeje, ya estoy de regreso después de unas merecidas vacaciones¡¡¡ Y pues en cuanto a los mounstros, la verdad es que no sé qué pasó, seguramente uno de ellos se metió a mi blog e hizo sus fechorías.

Lino:
Saludos¡¡¡¡, es un verdadero gusto que estemos de regreso. Extrané la blogósfera en este tiempo.