enero 07, 2008

La Súplica




“Había dos Isabeles, una que deambulaba por los patios y las habitaciones y la otra que vivía en una esfera lejana, fija en el espacio. Supersticiosa tocaba los objetos para comunicarse con el mundo aparente y cogía un libro o un salero como punto de apoyo para no caer en el vacío. Así establecía un fluído mágico entre la Isabel real y la Isabel irreal y se sentía consolada”

Elena Garro, “Los recuerdos del porvenir”





Sé que soy real, sólo te pido que no me dejes ir, no me desvíes la mirada, no permitas que mi cuerpo sumergido en un lago hemático sea el que cuente mi historia. No permitas que discursos incoherentes narren mi dolor y la inexistencia de un tenedor para anclarme en la tierra. No quiero estar ahí. No permitas que mis brazos se adhieran a esas frías paredes, ni que por mi garganta se deslice la fuga de este meteorito ansioso por llegar a algún lugar, te lo suplico hoy que perdí los mapas; hoy que el amarillento día se me embarra en la piel hasta transformarla en fractales.

Podría rezar, repetir oraciones innumerablemente hasta alterar por completo lo poco que me queda de conciencia. Podría aferrarme a una piedra, a las palabras con las que me enseñaron a invocar una dulce compañía. Podría hacer un último esfuerzo y correr, correr hasta el desmayo. Podría poner de mi parte insertándome los dedos en la clavícula, contribuir vomitando, gritando mi nombre, aferrándome a un árbol hasta convertirme en una fruta extraña. Pero, y te lo digo con el pánico de quien por primera vez se sabe oscuro y perecedero, éste es mi último recurso.

Déjame tocarte por favor, necesito medirte con respiraciones, saber que mi cuerpo tiene la solidificación suficiente para considerarlo real, ayúdame a enlazarme con mi carne, a sentir mis pies, a unificar las miles de partículas en las que he explotado, detenme, dame un poquito de dolor si es necesario, no me quiero perder, regálame una cicatriz que sea un puente severo, mudo y petrificado, haz una fortaleza que encierre gritos, palabras, mensajes inolvidables que fortalezcan mis sentidos ante cualquier amenaza y sobre todo, que sean tus ojos los que me miren antes de convertirme en piedra.




Imagen: Ira Bordo

5 comentarios:

Noemí Mejorada dijo...

Noooo!!! no se que escribir... me encantó, suena exactamente a su título, pero la neta me dio miedo...

Lindo lindo... muchoo!!!

No te apures te prometo que serán mis ojos los que te vean antes de que pase cualquier cosaaa, jejeje

besitossssssssssss......

Samantha dijo...

Será maravilloso utilizar tus ojos como un ancla hacia la tierra y si por algo no es suficiente, será muy bonito tener esa imagen como último recuerdo, pero sobre todo esa mirada tuya haciendo viscos y elevando la trompa, en la que incluso preguntas ¿qué harías si tuviera así la cara?, jejeje, sería un recuerdo muy divertido.

Besos bonita¡¡¡

Noemí Mejorada dijo...

Jajajajaja... o la puedo hacer más fea si quieresss... sólo para ti...

:)

Vala Sailhin dijo...

Chingale!!!

Anónimo dijo...

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