julio 28, 2008

En busca de un argonauta



Todo empezaba con una pequeña gotera, y de repente su habitación se convertía en un inmenso mar, compartir la cama era entonces, navegar hacia la profundidad de ese océano. Sin embargo, no todos los tripulantes estaban dispuestos a llegar hasta el final, algunos preferían arrojarse al agua antes que compartir la vulnerabilidad del viaje; otros trataban de aventarla a ella en pleno mar abierto. Incluso, la última vez estuvo a punto de morir entre los dientes feroces de un tiburón hambriento y, aunque estaba acostumbrada a viajar sola, navegar a ese nivel era imposible sin compañía, por eso se aferraba tanto a buscar un buen acompañante, capaz de mantenerse a bordo del barco por lo menos durante el tiempo que durara el traslado hasta volver a tocar tierra. La profundidad del mar era aterradora pero también había algo de eso que le fascinaba como ninguna otra cosa en el mundo. Y ahora, después de tanto recorrer las enormes aguas marítimas, por primera vez sentía la claridad de buscar más allá del tacto, transgrediendo las búsquedas visuales que solo la habían llevado a dejarse llevar por el engaño de falsos viajeros, los que fingían estar dispuestos a experimentar el frío implacable del agua, los que se aferraban a la superficie terrestre, los que la dejaban sola en alta mar.
Por el momento, regresó a su puerto, espera y sabe que aparecerá el argonauta capaz de sostener el barco sin la horrible sensación de estar al borde, con la incertidumbre de poder morir ahogada.



Imagen: Eugenio Recuenco

julio 11, 2008

Renuncia Irrevocable





En su piel se desliza el tiempo, es solo cuestión de dejarlo ir, no hay más por el momento. Tan solo permitir que las palabras vuelen como mariposas fugitivas; no hay conceptos, no hay lenguaje, solo queda el cuerpo con su renuncia irrevocable.





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Imágen: Eugenio Recuenco

julio 03, 2008

On My Way




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